El limón de Massa Lubrense: fruto de los dioses
La historia del limón de Massa Lubrense tiene sus raíces en un pasado lleno de encanto y leyenda. En el congreso organizado con motivo de la “I Fiesta del Limón” el 24 de agosto de 1974, el Dr. Domenico Galasso, Consejero de la Corte de Apelaciones, al presentar su informe lo definió como un “fruto milagroso”, y esto porque, además de los múltiples principios activos que componen el cítrico, un elemento en particular había llamado su atención: la hesperidina.
La hesperidina y sus orígenes mitológicos
La hesperidina regula la permeabilidad vascular y equilibra la adrenalina que la vitamina C, presente en abundancia en el limón, desencadena. Es un tipo de flavonoide que pertenece a la familia de las Hesperídeas, también llamadas Rutáceas o Citreas. El primer nombre tiene sus raíces en la mitología griega.
Las Hespérides eran ninfas (Egle, Aretusa y Hespera), hijas de Héspero. Este último fue llevado al cielo y transformado en la estrella más brillante, conocida como Véspero o Venus. Las ninfas custodiaban los frutos dorados, símbolo de fertilidad y amor, que Gea había regalado a Hera el día de su boda con Zeus. Con la ayuda de las tres jóvenes, Hércules pudo recoger los deliciosos frutos para entregárselos a Euristeo, completando así los doce trabajos.
Los primeros testimonios del limón
Al revisar a los autores grecolatinos, observamos que no se hace distinción entre el cedro (citrus medica) y el limón (citrus limonum). Teofrasto de Ereso, en el 300 a.C., lo describe llamándolo “manzano de Persia”. El mismo Plinio el Viejo relata que varias plantas de “citrus” fueron transportadas a diferentes regiones de Italia en vasijas de terracota. El cultivo en macetas, además, facilitaba su traslado durante los meses de invierno.
La historia del limón también se confirma en Pompeya. En 1951, durante unas excavaciones, salió a la luz la “Casa del Huerto”, cuyas paredes están completamente pintadas con árboles frutales. Entre ellos, se encontraron dos limoneros cargados de frutos, lo que llevó en 1952 al arqueólogo Maiuri a concluir que el “limón cítrico ovalado” ya era conocido y aclimatado en Italia desde el siglo I a.C. Del mismo modo, en 1964, en Torre Annunziata, en la Villa de Oplonti, se encontraron dos vasijas de terracota con 38 semillas de limoneros.
El limón y la medicina antigua
En el siglo IV d.C., según los testimonios de la Escuela Médica Salernitana, las innumerables virtudes del limón ovalado eran conocidas y utilizadas con fines terapéuticos. Tanto es así que, en 1200, un príncipe envió una gran carga a uno de los líderes normandos para que lo ayudara a liberar la tierra de la plaga de los sarracenos.
Hasta el año 1500, el uso del limón estaba limitado al campo médico.
En 1501, el poema didáctico “De Hortis Hesperidum” de Giovanni Pontano atestigua la presencia de limones. Además, en “Magiae Naturalis libri IV” escrito por Giambattista Della Porta en 1589, se describen rarezas y virtudes de este fruto “mágico”.
El desarrollo de la limonicultura en Massa Lubrense
A finales del siglo XVI, Costanzo Pulcarelli, en la elegía “Ad amicum Massae rusticantem”, describe la connotación paisajística de los limones de Massa Lubrense. Según fuentes acreditadas, la “Villa Nova” mencionada en el poema es el jardín que poco después se llamaría “Il Gesù”. De hecho, en 1600, el jesuita local, padre Vincenzo Maggio, con la autorización del entonces General de la Compañía de Jesús, padre Claudio Acquaviva, compró los edificios que ya habían sido villa real y sede del Gobernador, junto con los jardines anexos, para fundar un Colegio de Jesuitas.
Pero la limonicultura en Massa Lubrense se intensificó y se desarrolló ampliamente en la primera mitad del siglo XIX, como lo atestigua Antonino De Angelis en su libro “Sorrento bosques de cítricos”. Cientos de mujeres seleccionaban, envolvían y embalaban los frutos, mientras que 61 trabajadores se encargaban diariamente del transporte de las cajas con el famoso “femminiello” de Massa.
La historia del limón de Massa Lubrense alcanzó su apogeo en el siglo XIX, con una economía floreciente basada en la limonicultura. La cadena productiva comenzaba con los agricultores y jornaleros. A ellos pronto se sumaron los constructores de pérgolas y cubiertas de paja. Posteriormente, carpinteros, herreros y artesanos crearon un oficio paralelo que, en 1917, contaba con 800 caballos, mulas y burros dedicados al transporte. La creciente demanda del producto era impulsada por los barcos que atracaban en el puerto de Nápoles. La misma marina de la Península Sorrentina debe su desarrollo a la necesidad de transportar cítricos hacia el norte de Europa y América.
En las cajas de limones destinadas al “Nuevo Mundo” se leía la inscripción “Dios lo acompañe a salvo”. Este mismo lema debe haber inspirado a los autores de la Resolución Municipal n. 199 del 26 de junio de 1974, cuando todo el consejo se reunió para lanzar un evento que promoviera uno de los frutos que aún hoy caracterizan nuestro paisaje.
Un fruto símbolo de Massa Lubrense
El limón representa y da vida a esta tierra: su color recuerda el brillo y la luminosidad del sol que besa esta región; sus virtudes terapéuticas constituyen un camino hacia la salud del cuerpo y, aún más, del espíritu; su sabor fuerte y ácido despierta los sentidos más adormecidos.
Este fruto y esta tierra están íntimamente conectados: la historia del limón sigue viva en la región, testimoniando el vínculo indisoluble entre este cítrico, el sol de Massa Lubrense y la comunidad local.
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