Posición: Sant’Agata sui Due Golfi

En el corazón de la colina del Desierto, se encuentra la Capilla de Santa María en Tentarano. Es una joya arquitectónica fundada en el siglo XV por la familia Aprea. Un enigma que todavía persiste se refiere al origen del término “Tentarano”, envolviendo la capilla en un halo de curiosidad y encanto.

La estructura, caracterizada por un sugestivo techo abovedado y un altar único, esconde en su interior un tesoro artístico. Se trata de la Virgen lactante, enmarcado en estuco con maestría. El fresco, con un vivo fondo rojo, retrata a la Virgen sentada en un trono, tiernamente abrazada al Niño. Las manos pequeñas y curiosas del recién nacido agarran el seno materno. Ambas las figuras divinas dirigen la mirada hacia el exterior, como si comunicaran directamente con el observador.

Según el relato de Filangieri en su obra “Historia de Massa Lubrense”, esta fascinante imagen de la Virgen lactante gozaba de una veneración particular. Los fieles acudían en gran número el sábado, dedicando oraciones y devoción a esta representación sagrada. La descripción detallada de Filangieri nos ofrece una mirada al pasado, revelando que la Virgen y el Niño estaban adornados con coronas reales: una de seda y otra de plata. Estos elementos subrayan la importancia atribuida a la imagen sagrada y la riqueza artística que caracterizaba la capilla.

La ubicación geográfica de la Capilla de Santa María en Tentarano le da aún más encanto a su encanto. La vista panorámica que se abre desde las cercanías de la capilla ofrece una experiencia espiritual y visual única, envolviendo a los visitantes en una atmósfera de tranquilidad y contemplación.

Además del componente religioso, la capilla se presenta como una obra de arte impregnada de historia local. Las paredes que custodian el fresco son testigos cambiantes de los siglos pasados, contando historias de devoción, fe y tradición transmitidas de generación en generación.

En conclusión, la Capilla de Santa María en Tentarano se erige como un auténtico tesoro cultural y espiritual. Su fundación en el siglo XV, la presencia del fresco de la Virgen lactante y las fascinantes coronas reales narran una historia rica de significado y veneración. Visitar este lugar, inmerso en la belleza de la naturaleza circundante, es un viaje en el tiempo y el espíritu que sigue suscitando emociones profundas y contemplativas en cualquiera que cruce su umbral.